miércoles, 27 de diciembre de 2006

Sonaba un piano y whisky en la cerveza




Tiempo atrás, un café-bar, una librería
bajando unas escaleras de roble caduco.
El encanto de aquella pequeña librería
se alejó en el 97. Fue su época de la depresión.
Una fotografía de Man Ray, nunca olvidaré
aquella mujer desnuda inclinada
sobre sus muslos, blanco y negro,
a la que no se le apreciaba la cara,
distinción de mueca al encuentro
de una búsqueda, realidades bajo el vidrio
viajando sin billete de regreso ni retornos.
En la mesa, en la parte superior, cerca del piano,
donde me sentaba a escribir cada tarde,
a beber, a fumar, a observar, a escuchar
sin pretenderlo pero pretendiéndolo,
las conversaciones de la mesa cercana
-cuánto aprendí de aquellas chácharas-
decía, levantaba la cabeza de vez en cuando,
y miraba esa fotografía de Man Ray,
y trataba de imaginarme el rostro de esa mujer.
Me esforcé como el ratón por escapar
de la serpiente y ahora, transcurrida ya casi
una década, estoy convencido de que ella
sí me vio el rostro, todas y cada una
de las tardes, y que incluso leyó cuanto
escribí. Así que he decidido, una tarde
cualquiera, volveré y se lo preguntaré.
No contestará pero también puede llover.

ADOLFO MARCHENA, ESPAÑOL.
(extractado de Cuando aúlla el lobo en la estepa del mendigo)

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3 comentarios:

Anónimo dijo...

Esa fotografía no habla, de hecho, fue retirada, pero te recuerda Adolfo.

Anónimo dijo...

es lindo, es triste, es sereno

Anónimo dijo...

No solamente aquella fotografía fue retirada, un enajenado quebró los dedos al pianista y sustituyeron el whisky por nauseabundo líquido quita-manchas,
la clientela rompió a hablar relucientes pompas azules y abandonó en fila india el local.
No vuelvas. Ya no hay nadie a quien preguntar.
Adolfo, camina sobre las frescas aceras de la mañana.